martes, 18 de marzo de 2014

COMO SOLUCIONAR PROBLEMAS

A veces, los seres humanos, parecemos destinados a afrontar toda clase de contratiempos en una sucesión inacabable de dificultades. Cuando un problema parece resolverse, aparece otro y otro más. Incluso, en más de una ocasión, parece que todos se presenten de golpe en nuestra vida. Surgen en tantos aspectos, y de formas tan variadas, que nos hacen sentir impotentes.

Así que buscaremos seguir unas reglas para resolver nuestros problemas. La primera debe ser cuestionar todo lo que sabemos acerca de ellos porque toda creencia previa puede ser "parte del problema", hemos de enfrentarnos a él como si no fuese con nosotros, como si "fuésemos nuevos". Como si fuera la primera vez y nadie nos hubiese dicho que esos inconveniente que nos generarán inquietud. De esta manera buscaremos la solución no tanto en lo que ocurre, sino en lo que pensamos que ocurre. Al no asumir que ya sabemos lo que está pasando, si es bueno o malo, nos abrimos a otras formas de contemplar la situación. Solo los juicios acerca de un problema hacen que este sea difícil de resolver.

 Preguntarse cuál es su verdadero sentido y no dar nada por hecho conduce a un nivel de pensamiento nuevo que puede proporcionar una solución muy creativa, o como mínimo diferente a la habitual, si me digo que ya sé lo que está pasando, me veo obligado aplicar las recetas de siempre. Pero si lo que busco es una solución definitiva, tal vez debería preguntarme cuál es el verdadero problema o qué cambio necesito para que esto no lo sea nunca más. Para escapar definitivamente de los conflictos se deben cuestionar los sistemas de pensamiento que los mantiene activos, ya que al no hacerlo solo conseguimos protegerlos, perpetuarlos y mantenerlos sin solución.

"Ningún problema puede ser resuelto en el ­mismo
 nivel de conciencia en el que se creó”
Albert Einstein
Otro camino hacia la salida de los problemas es dejar a un lado lo que Sigmund Freud llamó “resistencia”. Hay una parte inconsciente en nosotros que se identifica con sus vivencias, por dolorosas que estas sean. Es lo que se conoce como ego. Estas historias personales proveen de identidad al ego, que es un constructo mental de lo que creemos ser: nuestras experiencias pasadas. Y el gran psicólogo se dio cuenta de que a pesar de su trabajo, sus pacientes no mejoraban. Llamó al deseo oculto de no mejorar de sus pacientes: “resistencia”. Y entendió que el ego reacciona con resistencia por miedo a perder esa identidad forjada, aunque esté marcada por el sufrimiento.

Lo que es seguro es que el mero entendimiento intelectual del problema y de sus causas no es suficiente para resolverlo. Es necesario descubrir dónde está la resistencia a solucionarlo, o, como se suele decir, a soltar y dejar a un lado lo que nos inquieta.

Para acabar, y saliendo del laberinto de los conflictos, vale la pena recordar aquel viejo adagio que dice: “No hay problemas, solo hay soluciones que no gustan”.

¡Un fuerte abrazo para tod@s de Helen!

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